Hoy agarro la espada con firmeza.
Presiono la herida de un corazón que sangra.
Hoy te dejo ir.
En otra vida, en otro mundo...
¡Hola Akza, espero que estés descansando en casa!
Seguramente, cuando leas esta carta, ya nos habremos soltado.
Quiero que sepas que durante este tiempo que no nos hemos visto, he pensado mucho en ti y te he extrañado muchísimo. Tienes mi corazón contigo y yo me quedo atrapada en la jaula.
Asì que supongo que si estás leyendo esta carta es porque la conjunción de inseguridades no las pudiste mitigar.
Te agradezco por todo y me ha encantado conocerte y compartir este tiempo contigo.
Guardaré con cariño en la utopía el sueño real, intenso e infinito.